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Amiga, se te pasa el tren

(Lectura de aprox. 4 minutos)

«¿Cuándo vas a tener una pareja estable? ¿Cuándo se casan? ¿Para cuándo los hijos? ¿Para cuándo el segundo? Eso no es bueno para el niño ¡¿…Y TU CARRERA?! ¡No puedes tirar a la borda tu carrera! Estás muy gorda…estás muy flaca, se te ve muy descuidada», etc., etc., etc., etc.,

¡YA BASTA!
 
Vivimos bombardeadas con mensajes como estos y, de acuerdo a qué etapa de vida estamos atravesando, estos mensajes se van adaptando a lo que se espera de nosotras, a esos “logros” socialmente aceptados a determinada edad, al cómo deberíamos vivir nuestra vida, a cómo deberíamos comportarnos, a cómo deberíamos ser. Nos han enseñado a tener que pasar por cada etapa y cumplirla al pie de la letra. 
 
Esto empieza desde que somos pequeñas, al observar cómo la belleza es casi una religión y la sociedad ejerce presión por encajar en ciertos estándares de belleza. Con la evolución de los roles de género, a esto se le suma que debemos formarnos y construir una carrera. Claro está, además de las demandas de casarnos, encargarnos de las tareas del hogar y tener hijos. Todo esto nos lo venden como “indispensables” para ser feliz y que deben ser logrados a determinada edad porque sino “se nos pasa el tren”.
 
No la tenemos fácil en este camino de encontrar un “equilibrio” entre lo que verdaderamente deseamos y las exigencias laborales, familiares y sociales. Hemos crecido con la idea que somos la base del hogar y que tenemos que hacernos cargo de TODOAl final, la presión cultural tiende a culpabilizarnos del aspecto que dejemos más desatendido. Muchas veces todos estos mensajes son hechos con todo el amor del mundo pero pueden ser nocivos para nuestro bienestar emocional, especialmente si nos agarran “mal paradas”.

 
En definitiva, no tenemos control sobre todo el ruido de nuestro alrededor pero ¿sabes qué de qué tenemos control? De esto: FUCK THAT! Yo sé que es más fácil en la teoría que en la práctica. De hecho, no me imagino decirle algo así a mi madre cuando me manda comentarios indirectos sobre sus futuros implaneados nietos. Sin embargo, hay unas cuantas cosas que podemos hacer para que estas situaciones no nos perturben.
 
¿Qué podemos hacer entonces para que esto no altere nuestra “paz interior”? Empecemos por lo básico: Tener una autoestima saludable. ¿Por qué? Pues porque si no te valoras lo suficiente, no confías en tus decisiones o en tus capacidades y tienes miedo al rechazo, darás más peso a las opiniones de los demás y permitirás que esos comentarios toquen fibra y cederás ante demandas del entorno.
 
Otro factor indispensable es trabajar nuestra asertividad. Esto no solo nos ayudará a establecer límites sino también a expresarnos de manera clara, directa y oportuna. Con esto evitamos caer en cualquiera de los dos extremos. Por un lado, quedarnos calladas y dejar pasar por alto todo lo que nos digan sintiéndonos fatal después o, por el otro, comernos viva a la otra persona cuando nos suelta su “bombita de amor”.
 
Por último, tener claro cuáles son nuestros valores personales y familiares nos ayudará muchísimo a tener una personalidad fuerte al tener firmes convicciones sobre qué es lo queremos así como lo que NO queremos.
 
Con todo esto no digo que nos convertiremos en la Dama de Hierro e invencibles ante cualquier comentario. A ver, seamos realistas. Somos seres sensibles y la importancia que le damos a la opinión de personas muy cercanas a nosotras nos puede afectar, especialmente si a esto le sumamos nuestro ciclo hormonal que nos puede jugar una mala pasada. Lo que quiero decir es que tendremos mejores herramientas para que comentarios desagradables nos resbalen como el helado.
 
Así que ese “se te pasa el tren”, sí. Se te pasa el tren para dejar de vivir para cumplir con las expectativas de los demás y empezar a construir una vida de la que te sientas orgullosa, a tu ritmo, a tu manera.

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